Educación emocional
Por qué es el nuevo desafío de las escuelas.
¿Enseñar a controlar o sacar las emociones en el colegio? ¿Espacios reflexión o expresión corporal a la par de las asignaturas normales? ¿Docentes especializados en gestión emocional?
Una encuesta realizada en febrero de este año por el Pew Research Center en los EE.UU. reveló que el 70% de los adolescentes consideraban la salud mental un tema preocupante para ellos y sus pares, con la ansiedad y la depresión a la cabeza, seguidos de bullying y el uso drogas (sobre 1000 encuestados de entre 13 y 17).
Asimismo, esta semana varios medios de ese país reportaban que la franja de los 18 a los 25 tuvo un incremento del 63% entre el 2009 y el 2017 en casos de depresión. Si ya se habla de que la generación Z de nuevos nativos digitales probablemente sea la más estresada (¡más que los millennials!) en las franjas de los 18 a 21, llama la atención que el aspecto emocional haya quedado escindido de la educación, sobre todo si podría ser un factor para mejorar la calidad de vida.
Lo cierto es que las emociones son un recurso genuino para la toma de decisiones, y tienen efectos probados no sólo en el desempeño educativo o laboral, sino también en los procesos biológicos de sanación o enfermedad, ya que si no expresamos o reconocemos las emociones podemos enfermar. “No necesitamos nada, sólo tener procesos mentales adecuados donde aprendemos a respetarnos a nosotros mismos, a motivarnos y eso hace que la persona esté satisfecha consigo misma y se mantenga en modo creativo”.